domingo, 28 de febrero de 2016

Voces espirituales (A. Sokurov - 1995)

En primer lugar me gustaría aclarar que no voy a hacer una crítica al uso, pues no soy crítico de cine y estoy lejos de saber analizar películas, y más películas tan personales de cineastas como Alexander Sokurov. Simplemente la he visto, me ha gustado, tengo tiempo y curioseo públicamente.

Dicho esto, vuelvo a aquel tema que comenté tiempo atrás. Encontrar esta película original con subtítulos en castellano es una misión digna de alguien que habite en un universo paralelo. En este no podría encontrarlo. Es más, acabo de hacer una rápida búsqueda por Amazon para ver si estaba, y estoy viendo que algunas de sus películas las venden por 400 euros. Es de locos.

Voces espirituales es uno de los muchos documentales de Alexander Sokurov, un cineasta ruso de prestigio internacional, tanto por sus documentales como por sus películas de ficción. Le da a todo, y de una forma personal, es lo que vendría ser un autor de cine. Con todas las letras además. No es fácil acceder a él y a veces ni aparece en listas de directores europeos contemporáneos. Cuando sus obras se exponen/han expuesto en museos (aquí en Barcelona si, en uno).
Además su obra es un tanto curiosa. Muchos lo califican como el sucesor espiritual de Andrei Tarkovsky, pero yo no lo veo así. Él parece ser que tampoco y ya debe estar un poco cansado de que se lo digan. Me explico.
Quizá al principio si que bebía de la obra de Tarkovsky, especialmente de Zerkalo. Tiene alguna película que si que tiene elementos similares a los del cine de Tarkovsky (creo que La voz solitaria del hombre, aunque la vi hace mucho y ya no la recuerdo bien cuales). Yo me imagino que Sokurov era joven, sentía aprecio y admiración por Andrei e hizo lo que vendría a ser un “homenaje”. Hay que tener en cuenta que en sus inicios como cineasta, prohibieron sus películas en la Unión Soviética y Tarkovsky fue uno de sus máximos apoyos. 
Como era joven y posiblemente influenciado, sus obras primerizas tienen más elementos en común con Tarkovsky que las últimas. Lo que he visto y pienso, es que Sokurov fue madurando sus propias ideas sobre el cine conforme hacía películas, creciendo como autor, y se fue alejando de su maestro para ser él el maestro. Esto es muy normal que pase en grandes figuras, que se hacen a si mismas, pero que nacen bajo las alas de otras figuras más consagradas.
Digo que su obra es curiosa porque es un director de cine atípico. Tiene películas de ficción como todos (pero películas de Sokurov), algunas las engloba en una tetralogía del poder, luego tiene “Madre e hijo” y “Padre e hijo” (creo que quería hacer como una tercera parte), tiene piezas documentales densas como “Voces solitarias” o “Confesión”, algunas de sus piezas documentales las llama elegías, reflexivas y a veces melancólicas, y van dedicadas a personas o a países también. Luego tiene "El arca rusa" que es por la que más se lo conoce, porque es en plano secuencia auténtico. 
Lo que le falta aquí en España es que alguien escriba algún libro sobre él así completo de su obra, porque hasta donde yo se sólo hay uno, es corto y llega hasta Moloch me parece. Podría ser muy interesante, porque es un cineasta único con una visión del mundo que merece ser estudiada.

Voces espirituales es un documental largo de más de 5 horas dividido en 5 capítulos (no de 1 hora cada uno). En esta pieza, Sokurov sigue a un grupo de soldados que van a reemplazar a otros que están en la frontera con Afganistán en verano. Cuando llega fin de año, lo celebran allí, y luego Sokurov vuelve a Rusia.
Esta vendría a ser una sinopsis condensada del documental, pero claro, ocurren muchas cosas en 5 horas. Durante el metraje, Sokurov aprovecha para mostrarnos algunas tareas rutinarias de estos soldados de forma contemplativa, pues no es intervencionista y su voz en off apenas deja unas pinceladas durante bastantes horas. Yo pensaba que hablaría más, como en el capítulo 1, pero no. A mi por momentos me ha llegado a aburrir lo que veía, pese a que muchos planos tenían gran belleza. Hay que tener la mirada preparada para observar pacientemente cualquier imagen, y la mía no está suficientemente entrenada.

Hablando del capítulo 1, me ha gustado mucho. Un plano fijo de 30 minutos donde sólo cambian matices en la imagen. Yo no se como lo haría y durante el plano (porque claro, es largo) iba pensando con qué técnica puso a las gaviotas, o a la niebla, o cambió las montañas por unas nubes oscuras. Cómo lo hizo. Me pareció asombroso y dejo aquí algunos fotogramas para llenar de imágenes esto, que hay mucha letra.







Lo más increíble es el momento en el que cambia de plano, casi al final, con un largo encadenado. Vemos a un hombre dormir y luego vuelve al plano original de la planicie nevada. Con una pieza de Beethoven. Para comprender la fuerza de esta imagen hay que ver el capítulo 1 entero, no vale justo ver ese momento porque pierde gran parte de su poder, en mi opinión.
Dos cosas antes de seguir, por si se me olvidan. Primero, el uso del sonido. Es fabuloso como Sokurov cuida la banda de sonido, no sólo aquí, en toda su obra. El sonido consigue muchas veces lo que no consigue una imagen y sólo los grandes cineastas han sabido usarlo de esta forma, y no como un mero acompañamiento de la imagen, o como mucho, algún efecto aislado sin más. Sokurov le da una textura única y a veces habla a través de él (no con su voz, sino que lo usa de manera expresiva).
También me han gustado muchos encadenamientos que hacía, de larga duración. Cómo fusionaba algunas imágenes de forma que por momentos parecían sólo una. De hecho una vez lo tuve que parar y volver atrás para volver a ver el efecto. Me ha recordado a Mizoguchi pero Sokurov emplea el efecto de otra forma más pausada aún, pero igualmente muy estética. Y con otra finalidad.

A partir de aquí, el resto de capítulos son exclusivamente de la zona fronteriza y los soldados. Sokurov despliega todo su poderío visual y muchas imágenes están realmente conseguidas. Me pregunto durante cuantas horas grabaron, cómo lo prepararon, y sobre todo, cuantas horas de observación fueron necesarias para conocer el terreno y conseguir algunas imágenes del entorno. Entre muchas otras cosas.
También la valentía de ir allí, a un sitio de posible conflicto con un operador de cámara (y no se si alguien más) y convivir con los soldados tantos meses. Y que todo quede tan natural, porque si que a veces algún soldado mira a cámara, pero la mayor parte del tiempo parece que la cámara no está ahí y que la gente hace sus cosas sin tenerla presente. Y esto es muy interesante, y lo que recoge la cámara es un documento histórico de ese sitio, de esas personas y de ese breve período histórico. Por eso su valor es tan alto también, y no sólo por lo que Sokurov pretendía transmitir. 
Antes he dicho que los 4 capítulos restantes eran de la zona fronteriza y los soldados. No es exactamente así. En el capítulo 2 vemos como las tropas de reemplazo viajan a la frontera.



El de la derecha es Sokurov.


Y ahora ya si, queda el resto del documental, que son 3 capítulos, unas 4 horas. Como dura tanto, me da tiempo a pensar en lo que veo, e incluso a distraerme y a pensar en otras cosas (me pasa con frecuencia, mi cabeza la hicieron así). 
Por ejemplo, la media de edad de los soldados, quitando tenientes y rangos altos, no debía superar los 30 años. Incluso menos. Había ahí chavales de 20 años o así, en plena frontera. Que uno piensa que para sitios así irá gente curtida, pues no. Así era en 1994, ahora no lo se porque el ejército no me interesa nada. Parece ser que a Sokurov si, por su padre. Tiene alguna obra más con trasfondo militar, como Alexandra.
Una acción que me sacó del sopor que me estaba entrando fueron los disparos. Porque llevaba más de 3 horas de documental, con sus caminatas, sus cambios de minas, sus momentos tranqulos, hasta que hubo algún ataque y disparos lejanos. Un poco de acción. Pero no, esto no es una producción de Michael Bay.
Pero ya vino bien que sucediera esto, porque le da interés y sentido a lo que están haciendo ahí. Porque llevar semanas cambiando minas de sitio, escuchando música, vigilando, fumando cigarrilos y paseando por el monte, acaba siendo no interesante. Por lo menos ves que están ahí porque es un sitio que puede ser peligroso y donde hay disparos.





Este plano me gustó mucho, es un zoom desde muy lejos, que va desde un plano general a un gran plano general, con una tormenta prácticamente encima y un uso del sonido muy interesante.

Muchos consideraban a Tarkovsky el cineasta del agua, pues en muchas de sus películas el agua es un elemento importante y bellamente filmado. A Sokurov, algunos lo consideran el cineasta de la tierra, porque en algunas de sus películas es un elemento muy presente. Aquí lo está durante todo el metraje. Esa rugosidad de algunas paredes, el polvo, el viento... Lo cierto es que aquí la tierra está más presente que nunca y Sokurov logra plasmarla en imágenes como pocos he visto antes. 

Quizá lo que hace que Sokurov sea un cineasta atípico, de esos que no se encuentran fácilmente, es que sus fuentes de inspiración máximas son la pintura y la literatura. Y plasma algunas de las virtudes de estas artes en su cine. Sobre la literatura, se lleva haciendo desde los orígenes del cine, pero Sokurov opta por otra vía más inescrutable, menos accesible. Él no adapta novelas al uso, como hace la mayoría. No se explicar lo que hace en sus películas basadas en libros, porque no me he leído esos libros, pero no parecen la típica adaptación. De eso si me doy cuenta. Él busca otra manera de hacerlo. Y mientras busca, seguro que encuentra. Fallando en sus propósitos o no, que no lo se. Pero el que busca, suele encontrar. El que no busca, es más difícil que encuentre algo valioso.
También dice que el cine está aún lejos de ser un arte, que le falta camino por recorrer. Amplía su opinión con comentarios sobre la pintura, comparando ambas artes.
Bajo mi humilde y aún por formar opinión, el cine si es un arte. En eso discrepo con él. Pero si que estoy de acuerdo con que aún está formándose, es un arte joven si lo comparamos con el resto (literatura, pintura, escultura, etc.). Lleva poco más de 100 años. Y viendo cómo se mueve la mercadotecnia de hoy, el cine está muy ligado a la industria y al dinero, al éxito y a las masas. El acceso y conocimiento de los autores que han hecho del cine algo grande está, por desgracia, restringido, apenas extendido. No hay más que ver los taquillazos, el cine de prime time de las televisiones, o últimamente, las series. El cine del siglo XXI opta por crecer de la mano de la tecnología, pero no la usa para crecer como arte. La usa para vender más y más caro. Y por copiar patrones del pasado y trasladarlos a la actualidad, crear masas borreguiles, etc.

Para que el cine (que no se un arte aún según Sokurov) crezca, alcance más nivel en las próximas décadas, para que siga evolucionando y se aleje aún más de la literatura o del teatro (asuntos que han generado debates durante décadas entre cinéfilos y directores), hacen falta más cineastas como él. No clones, sino personas que estén involucradas con el cine, y con el resto de artes, con sus particulares puntos de vista. Ya existe, seguro que existen. Y seguirán existiendo. Pero necesitan los medios y el alcance necesario para hacerse oír, porque sino de nada servirá. Serán como ecos de lo que pudo ser y nunca será.
Y eso es triste.



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